Los Diez Mandamientos

El Tercer Mandamiento

Los Diez Mandamientos

Esta serie de conferencias sobre la ley del SEÑOR DIOS es una introducción a la belleza de la santidad. La santidad es más que la ausencia de pecado en Dios. Su santidad es la belleza pura de su ser amoroso. La esencia de la Ley de Dios es revelada a nosotros en su santa ley. Como veremos en nuestros estudios, el Señor Jesús resumió toda la ley con “amor”. Esta puerta de entrada a la comprensión de la ley de Dios puede permitirnos ver por qué la ley de Dios “a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Rom. 7:12). Experimentamos la ley de Dios con inquietud, porque en nuestra condición caída nos confronta con nuestra pecaminosidad y culpa. Pablo escribió en Romanos 3:20 que “por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Aun así, la ley no tuvo un efecto tan punzante en Adán y Eva en el Paraíso. Ellos experimentaron la ley de Dios como su deleite, ya que estaba escrita en sus corazones, y la entendían como el reflejo resplandeciente de la gloria de su Hacedor. Su gozo no tenía limites mientras andaban en obediencia a la ley de Dios, reflejando la naturaleza de Dios en amor a Él, el uno al otro y a su creación. Estas conferencias son un intento de recuperar esta intención original de la ley de Dios, exponiendo cada uno de los Diez Mandamientos desde la perspectiva del dador de la ley y su reflejo de amor devocional. Que Dios bendiga estas conferencias para abrir nuestras mentes y corazones, por medio de su bendito e indispensable espíritu, para la gloria de su ley y, aún más, para la gloria del dador de la ley.

El Tercer Mandamiento

A menudo Dios habla en Su Palabra de que Él obra por amor a Su nombre. Eso quiere decir que Él exalta la gloria de Su carácter o de Su ser por medio de Sus hechos u obras. Nadie tiene tanto derecho para exaltar su nombre como Dios. Después de todo, nadie puede compararse a Él en lo más mínimo. Naturalmente, Dios protege Su nombre o Su gloria . Asociar Su nombre con algo o con alguien que es malo es muy ofensivo. Nos sentiríamos de la misma forma en cuanto a nuestros propios nombres. Pero honrar Su nombre no solo es agradable a Él. También resultará en una fuente de bendición para nosotros y para los que viven con nosotros.