En Mateo 18:15, Jesús dice: “Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele”. La unidad y la paz son fundamentales para la Iglesia, ya que la estrategia de Satanás es dividir y conquistar. Nuestro Señor Jesucristo ha delineado la manera de mantener la unidad en la Iglesia frente al pecado. Una confrontación amorosa, amable, pero clara, según las instrucciones detalladas de Jesús, traerá bendición a todas las partes involucradas.
Ninguna acción que una iglesia deba realizar, en nombre del autor de la Salvación, el Señor Jesucristo, es más seria que la separación de un miembro de la familia y de la comunión de la iglesia. El propósito de la excomunión formal es que este hermano venga al arrepentimiento. El Señor nos llama a buscar a los hermanos o hermanas excomulgados como objetos de evangelización, y si ellos se muestran hostiles hacia nosotros, debemos seguir amándolos. Nuestra labor de amor y compasión puede conducir a la tristeza piadosa y al arrepentimiento, y si eso sucede, debemos recibir al pecador arrepentido de nuevo en nuestra comunión.